Pon música en tu próxima sesión de retratos

Probablemente a nadie le guste la música que te toca escuchar cuando esperas que te responda al teléfono un servicio de atención al cliente. Suelen ser artificiosas, y repetitivas, y lo peor es que cuanto más se repita, más impaciente estás por el mero hecho de llevarte más tiempo esperando. Es quizás, de los pocas ocasiones donde prefieres que se pare la música..., ¡para que alguien conteste al otro lado de la línea! El efecto es completamente contrario cuando por ejemplo entras en una tienda de ropa. Ahí la música te acompaña hasta los probadores, te sube el estado de ánimo, y acabas gastando más de lo que pensabas gastar. Y, hablando de gastar, la publicidad necesita de la música, canciones pegadizas, de buen rollo, que se introducen por el oído, conducen el producto para que penetre por los ojos y se deslizan hasta la neurona miope que decide lo que necesitas y lo que no necesitas. 

Efectivamente, la música nos toca la fibra, nos predispone a determinados estado de ánimo, y hasta nos hace que nos sintamos más cómodos entre otras personas ¿o acaso un bar por la noche no se convierte un antro muy poco atractivo en cuanto le quitas la música a las tantas de la mañana? 

Retrato de Marga, conectando conmigo! 

Retrato de Marga, conectando conmigo! 

Retrato de Laura 

Retrato de Laura 

Miguel, disfrutando de una sesión de fotos

Miguel, disfrutando de una sesión de fotos

Y, de la misma manera, me cuesta planificar una sesión de fotos sin música de fondo. La música es un gran transformador, que ayuda a derribar barreras de timidez. Predispone a la persona a cambiar de actitud, a relajarse. Está demostrado que otro método que también funciona es intoxicar a tus retratados con vasos de vino, pero no es muy recomendable si en tu sesión hay niños de por medio. Todos nos hemos encontrados personas que delante de la cámara de repente se dan cuenta que tienen manos..., y no saben dónde colocarlas..., por no hablar del resto del organismo. Y sí, he visto transformaciones milagrosas tras dar con la tecla musical que funciona para cada uno. 

Y cómo elegir esa música. Obviamente no es lo mismo lo que atrae a un adolescente que a una pareja de jubilados, tendrás que calcular un poco, hacer tus apuestas. Usar canciones relativamente populares es una apuesta más segura, ya que la fuerza de la costumbre hace que nos terminen gustando las canciones que más escuchamos. También es importante que, aunque la música sea parte protagonista de la sesión, no sea la que domine la situación (aunque no viene mal de vez en cuando subir y bajar el volumen para cambiar el paso), al fin y al cabo es importante que la persona que posa te escuche a ti dar instrucciones más que a Billy Idol. Aquí dejo una playlist de Spotify que uso bastante en mis sesiones, para aquellos que la quieran utilizar, variar o tirar y hacer una con todo lo contrario. Está hecha, claro está, al gusto del fotógrafo, aunque no es del todo un capricho. El fotógrafo no es inmune a lo que escucha, y también se puede dejar llevar por la música. Mi consejo es que seas un poco egoísta en tu selección, quizás a tu retratado le cueste reaccionar ante la música que le pones, pero cien por cien seguro que reaccionará a tu estado de ánimo. Al fin y al cabo, la persona que posa no tiene un espejo que mirarse delante, el fotógrafo es su único reflejo. Introduce energía positiva, ¡y los resultados serán siempre mejores! 

Además, te lo pasas mejor... No sería la primera vez que he acabado bailando a saltos en el estudio con alguno de mis retratados. 

 

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